Aunque todo sea
ruina, en Guinea-Bissau, no hay ningún museo.
Desde que dos docenas
de hombres su hundieron con su cayuco, la piraguas fueron prohibidas y de los
cuatro ferrys de propiedad estatal, tres llevan averiados toda la eternidad. En
un país de islas y ríos, en un país de chiste, solo hay una embarcación que
funcione: el del ejército.
En un país sin
red eléctrica, al ruido de los generadores, los susurros se convierten en
gritos, los secretos en evidencia: la actividad económica más productiva del
país es el de la droga; el presidente es su cabecilla.
En un país de
chiste, la democracia, la educación, la sanidad…dan risa.
En un país de
chiste, a veces, los niños lloran de alegría.
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